27 junio 2011

Frecuencia Cardiaca Durante El Ejercicio

La realización de ejercicio aumenta la frecuencia cardiaca, a la vez que lo hace el consumo de oxígeno. Sin embargo, este fenómeno depende de diversos factores: el estado físico previo, la duración e intensidad del ejercicio, el estado emocional, la temperatura y humedad del ambiente, el grado de entrenamiento, la altura donde se efectúa la prueba, etc.
La persona sedentaria que inicia una actividad ve cómo su frecuencia cardíaca aumenta progresivamente sin alcanzar un punto de equilibrio, y cuando la frecuencia llega a valores máximos se ve obligado a cesar la actividad.
Sin embargo, una persona entrenada para trabajos submáximos (50-70% VO2máx) alcanza la frecuencia submáxima a los pocos segundos estableciéndose un equilibrio cuando se igualan el aporte y los requerimientos musculares  de oxígeno. Si el trabajo se incrementa, también lo hará la frecuencia cardíaca hasta un nuevo nivel de equilibrio. Tras la finalización de la actividad se produce un descenso, brusco en un principio (primeros minutos) y luego más lento hasta alcanzar los valores iniciales (similar a la evolución de la tensión arterial). Cuanto más entrenado esté el sujeto, más eficaz será el corazón y antes se retornará a los valores iniciales. El retorno a la normalidad está condicionado prácticamente por los mismos factores que determinan los incrementos.
Este aumento de la frecuencia cardíaca responde a la estimulación simpática, que provoca una liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), produciendo un incremento de la frecuencia cardíaca, de la contractilidad, de la excitabilidad y de la velocidad de conducción de las fibras miocárdicas, aumentando el volumen sistólico y el gasto cardíaco. Por otra parte, los quimiorreceptores aórticos y carotídeos detectan descensos del pH y del oxígeno y ascensos del anhídrido carbónico que, por vía simpática, inducen taquicardia.
Con respecto al efecto del entrenamiento sobre la frecuencia cardíaca, el atleta suele presentar menor frecuencia (40-50 latidos/min o bradicardia) e incremento del volumen sistólico en reposo, circunstancias que se asocian con un descenso de la presión arterial. El deportista pasa de la bradicardia de reposo a la frecuencia cardíaca máxima más rápidamente que el sedentario; alcanza antes el punto estable, que se encuentra en un punto más bajo que en el individuo sedentario, posibilitando así que el individuo entrenado tenga unas reservas circulatorias más importantes que el sedentario y permitiéndole prolongar su esfuerzo durante más tiempo y conseguir la recuperación en menos tiempo.